Directrices para la restauración católica

 


Todos estamos de acuerdo en que vivimos en una época de putrefacción y decadencia moral en todos los sentidos. Todo esto no es nada nuevo, basta una ojeada a Romanos 1, 18-32 para ver que la degeneración moderna no lo es tanto como alardean sus paladines, defensores y promotores.  

No obstante, el objetivo de este artículo es tratar de ser constructivo y dar una serie de directrices de acción en aras de una futura restauración del catolicismo a nivel mundial. Como repetimos en innumerables ocasiones, del Ora et Labora, la gente solo se queda con la primera parte, que si bien es imprescindible para todo cristiano, no nos exime no obstante de nuestro deber de trabajar por el bien. Si algo debemos copiar los cristianos de los hijos de las tinieblas es su laboriosidad (Que no sus métodos) a la hora de conseguir sus objetivos.  

Los hijos de las tinieblas saben perfectamente que muchas veces no vivirán lo suficiente para ver los frutos de su cosecha y sin embargo ello no les desanima a seguir labrando el campo (Entiéndase la metáfora). Los cristianos de nuestro tiempo, por lo general, nos desanimamos a los pocos días de trabajo lo cual nos lleva a no cosechar prácticamente nada.  

Somos de la opinión que no existe solución política alguna para nuestra situación. Por ello nuestras directrices están orientadas a la construcción de una sociedad católica paralela a la sociedad actual que eventualmente terminará por descomponerse del todo más pronto que tarde. Obviamente la consecución de los puntos que se exponen a continuación depende de los deberes de estado y las circunstancias de cada uno, por lo que cada cual deberá reflexionar y adaptarlos a sus propias circunstancias en la medida de lo posible. Recordamos que se trata de directrices. Comencemos:  

  • Formación de hogares católicos: La familia es el núcleo de la sociedad y el lugar donde se inculca la Fe y nacen las vocaciones, de ahí que los hijos de las tinieblas pongan tanto empeño en aniquilarla por completo. Si estás pensando en casarte, primero debes elegir bien a tu cónyuge, ver si juntos os podréis santificar mutuamente. Tanto si eres soltero como si estás ya casado, es imprescindible la formación religiosa (No se puede enseñar lo que no se conoce) y espiritual además de la oración en familia. Es bueno que cada casa tenga una habitación o rincón habilitado como oratorio donde la familia se reúna a rezar. Los padres deben también limitar en la medida de lo posible el uso de pantallas y redes sociales por parte de los niños ya que si bien no son malos en sí mismos, sí se les suele dar un muy mal uso. No solo vuelven a los niños mentalmente perezosos y apáticos, sino que también son fuente de adoctrinamiento por donde el mundo moderno inculca sus modas e ideologías corruptoras y putrefactas.  


  • Hacer comunidad: Este segundo punto está intrínsecamente ligado al primero y es crucial para la consecución de los siguientes. En esta sociedad sin Dios es muy frecuente la tentación de pensar que somos unos raritos, que si estamos chalados, en definitiva, la sensación de no ser “normales”, cuando lo verdaderamente anormal es el mundo donde vivimos. Esta tentación es especialmente fuerte en niños y adolescentes, quienes debido a la juventud de los años y la inexperiencia son más propensos a dejarse seducir por las pompas de la modernidad. El ver que hay otras familias y niños de su edad que también viven como ellos sin duda contribuirá a reducir este peligro además de ayudarles a crecer en un ambiente católico sano.  

En el catolicismo, la comunidad se organiza en torno a parroquias. Es muy importante evitar las disensiones estúpidas y las discusiones estériles tan tristemente frecuentes en el mundo tradicional. Cuestiones como la sucesión legítima, los fueros, la reforma agraria de los años 30 y tantas otras muchas son, a días de hoy, totalmente irrisorias e inútiles. También hay que olvidarse de visiones y revelaciones no aprobadas por la Iglesia, teorías apocalípticas en su mayoría absurdas, de elegir o deponer Papas según mi gusto y criterio, o de criticar el apostolado de los demás cuando yo no muevo ni un lápiz.  

La única línea de acción que debemos perseguir es la santificación personal, la evangelización de las personas de nuestro entorno y, en la medida de lo que podamos, de la sociedad.  

  • La escuela católica: Elemento totalmente imprescindible para el resurgimiento del catolicismo. Debemos apoyar decididamente la fundación de escuelas verdaderamente católicas. El enemigo ya comprendió su especial importancia ya que lo primero que han hecho todos los perseguidores de la Iglesia, tanto liberales como comunistas (Recomendable leer a este respecto las memorias del cardenal húngaro József Mindszenty) ha sido erradicar toda forma de enseñanza religiosa como forma de apoderarse de las conciencias de la juventud. 


  • Medios de comunicación católicos: Como decía San Maximiliano Kolbe, si bien nuestra vida debe ser austera, nuestros medios deben ser los mejores. Es imprescindible también el renacimiento de periódicos, televisiones, radios y literatura católica. El mundo moderno nos ofrece una facilidad increíble de acceso a la información y la formación. No podemos permitir que el enemigo monopolice estos campos. Sin duda esto no será cosa de un día, pero no por ello debemos renunciar a ello. Fijémonos en países como EEUU o Polonia donde existen numerosos canales y periódicos católicos de gran tirada como el Media Narodowe.  

El plan es sencillo en sí, solo nos queda pedirle fuerzas a Dios y ponerlos manos a la obra. Tal vez no veamos fruto alguno, pero eso no quiere decir que nuestro trabajo sea estéril o que no vaya a ser de provecho para las futuras generaciones de católicos. El Señor nos manda trabajar, pero que demos mejores o peores frutos depende ya solo de Él.  

Adelante pues, trabajemos a mayor gloria de Dios.

–Franz Lindner

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