La virtud
El camino de la Cruz es duro, es arduo, pedregoso, cansado; porque la condición humana es egoísta, colérica, envidiosa y sensual. Nada podemos hacer por nosotros mismos sin la ayuda de Dios; es cierto que muchas veces o al menos en mi caso, conocemos gente que se considera atea, pero que posee una fuerza y optimismo ante sus retos verdaderamente envidiable.
Aunque al final esa fuerza caiga en saco roto, porque el saco está vacío, porque nada puede conseguirse sin Cristo; el camino de la cruz es duro, pero nada es tan hermoso y gratificante, nada tan alentador como saber que Él está contigo, que te ha creado y que guía tus pasos, que te escucha y te ama.
La condición humana es corrupta por el pecado original, sin Dios somos animales, y ese es el fruto que tenemos hoy día; años y años de ateísmo, o sea liberalismo han dado rienda suelta al bien individual antes que al común, a la avaricia, a la soberbia, al desorden natural.
Antes, en el antiguo orden habían pecadores igualmente, pero se sabía que eso estaba mal, que se debía corregir y que había una autoridad; ahora, esto se fomenta y se permite porque hemos cambiado a Cristo por nuestra propia persona y nuestra nueva adjudicación de dioses. La Cruz es dura, la senda estrecha, pero anchas son las lágrimas que brotan de mi rostro al pensar en Él y lo que sufrió por nosotros. Somos tan débiles en una situación tan fácil.
Rabietas y egoísmo es lo que muchos sentimos, imagínense lo que sufrieron los primeros cristianos siendo devorados por leones, gloriosos mártires, mientras nosotros lloriqueamos por las esquinas encolerizados por la agenda 2030. La consigna debe ser clara: resistir y resistir, con alegría, con Fe, con amor, pídeselo a Cristo, caer es condición humana, levantarse es obligatorio, OBLIGATORIO, es difícil doblegar nuestras malas inclinaciones y excesos, pero debemos hacerlo, nunca entregarnos a ellos, nos va la eternidad en ello y nuestro ejemplo de cara al prójimo.
Al principio hablaba de ateos, y ya no solo ateos, sino infieles; muchas veces vemos que hay algunos que son hasta consecuentes con lo que creen, y como si algo sobrenatural los guiara (el diablo) a veces están dispuestos a dar la vida por esa idea o falsa religión; en el caso de los infieles, total fanatismo animalesco.
Mientras que en nuestra amada y verdadera Fe nos contentamos con que no nos señalen, con vivir tranquilos, ¿acaso esto es normal? ¿acaso esto es de Dios? Hemos perdido nuestra esencia debido a la comodidad de la que disfrutamos; una falsa comodidad, una falsa vida al más puro estilo "El show de Truman". La vida del cristiano es verdad, lucha, la vida del cristiano es caridad sin límites, nuestra vida es oración, prudencia, pudor, valor, educación y respeto. Si la forma de vida de los infieles y paganos nos es en algunos casos digno de respeto es que algo estamos haciendo mal.
Si decimos que ellos son consecuentes con lo que creen, es que nosotros quizás, quizás no lo somos. Un musulmán hace lo que su falsa creencia le dicta: miren el otro día el Algeciras, ¿acaso un cristiano podría devolver el golpe de la misma manera? ¡Jamás! el cristiano no es así, el cristiano combate el mal, combate al criminal, no ataca gente al azar, hace justicia. Es purificante, gratificante la gracia que tenemos por ser hijos de Dios, de ser justos, de no ser cobardes como estos infieles; la tradición es indestructible siempre que quede uno reunido en nombre del Señor; los hombres pasan pero Sus Palabras no; nunca nos entreguemos a la comodidad que nos ofrece este sistema y si ya lo hemos hecho, revoquemos esa inclinación, aportemos nuestro grano de arena al Reinado social de Jesucristo.
Oraciones por el valiente sacristán asesinado por el terrorista cobarde. Que Dios le tenga en su gloria Don Diego Valencia.
A.M.O.C
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